Señora; abróchese
el cinturón, pliegue la mesilla, ponga el asiento hacia delante que vamos a
aterrizar, esto es lo que oigo yo en mi cabeza, vengo de bebelandia con destino
“la cruda realidad”.
Efectivamente ya
estoy de vuelta, la semana pasada volví de mi baja maternal+vacaciones al mundo
de los adultos, al mundo laboral y deje a mi bebe por primera vez en 5 meses a
cargo de otra persona, la primera vez que pasábamos tantas horas separados,
todo el mundo me decía, ya verás que bien pasar unas horas fuera de casa, te
van a venir fenomenal, y al niño también.. ¿Si? Y cuando voy a empezar a
sentirme así, ¿Cuándo voy a dejar de mirar la cunita por las mañanas y venirme
con lagrimas en los ojos? Yo no quiero volver, es decir si querría pero aún lo
veo pronto, es tan pequeñito. Y mi ratoncito de momento no lo agradece al
contrario cuando me ve llegar a medio día se engancha a mí como un iman y ya no
quiero otra cosa que mama y tetita.
Lo se hablar
conmigo durante estos meses era un coñazo, sobre todo para la gente que no está
en bebelandia porque piensan que te has vuelta una maruja, todo el día en chándal,
llena de vomito de bebe, con el poco glamour que es estar todo el día sin
sujetador porque se ha vuelto más cómodo y rápido ir sin el; pero la verdad, me
daba igual, yo dejaba que los demás me contasen su vida y yo luego me refugiaba
en mi pequeño rincón de mundo que supone la maternidad, y sobre todo la
maternidad de una primeriza para la que es nuevo todo.
A ver no voy a
engañar, he tenido momento muy muy duros, y roce peligrosamente la depresión, porque
después de una larga espera llega lo que tanto has esperado y te das cuenta de
que te viene de largo muy grande, llegas a casa donde erais dos, dos que erais
libres y sin compromiso, más que el uno con el otro, y ahora tachan, tienes un
ratoncito que depende 100% de ti, llegas sintiendo que te han robado un momento
importante de tu vida, que te han hecho pensar que no quieres pasar por otro
parto ni loca, y que te han dejado marcada para toda la vida, pero eso es otra
historia que ya contare más adelante.
Y llega lo bueno,
llantos y más llantos y noches sin dormir, sin dormir nada, porque entre unas
cosas y otras te pasas el día y la noche pensando, y si es esto lo que tiene, y
si lo que tiene es calor, y si es frio, y si le duele esto o aquello, y porque
no se duerme… y así hasta que descubrí tras muchas consultas que mi pequeño
ratoncito tenia una cosa que se llama reflujo esofágico y que la leche se le
sube quemándole su pequeña garganta, me paso el día con él en brazos y dices ¿Cuándo
voy a poder disfrutar? Y cuando voy a poder dormir más de hora y media
seguidas? Empiezo a tener días muy malos, veo que no me recupero y que me quedo
sola con un bebe que no para de llorar, y digo, no voy a poder, pero al final
puedo, y pasa un día y otro, y de repente nos plantamos en los cuatro meses y
mi ratoncito ya no necesita tomar medicinas empieza a dormir mejor y le encanta
jugar, se pasa el día riéndose, ya aunque todavía tiene días y noches muy malos, empezamos a disfrutar
el uno del otro, empiezo a disfrutar de la lactancia materna y tener a mi bebe
cerquita, y llega el 5º mes y estoy encantada con mi hijo, con sus risas, con
la forma que me toca la cara con sus manitas cuando se despierta y yo aún sigo
dormida, cuando me ve y me echa los brazo, cuando me abre tira de la camiseta y
parece que me quiere decir “mama, tetita”, con la cara que pone cuando ve a su
padre llegar, como se ríe cuando le hace el cucu-tras, y me doy cuenta de lo
enamorada que estoy y mi sr ratón igual, nos tiene encandilados, y aunque ya
empieza a verse el tremendo carácter que va a tener (como su mama) y que va a
ser un niño de dormir más bien poco, todo se ve recompensado ¿Por qué será?
¿será cuestión de hormonas?
En fin que ya
estoy de vuelta, ya he aterrizado en “la cruda realidad”.
Palabrita de la niña ratón