Caminante no hay camino, se hace camino al andar

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

No hay día que no piense en ti, no hay día que no recuerde algo de lo que a bien tuviste enseñarme, cada vez que leo ese poema de Machado me acuerdo de la primera vez que me lo leíste y como me lo explicaste, la gente no nace sabiendo, la sabiduría se obtiene a lo largo de los años de ensayos y errores, si no hay errores no hay aciertos porque ¿Cómo vas a saber que estas en lo cierto sino erraste nunca?

Esas cosas eran las que me decías enseñándome a pensar, a ser lógica, cuando tenía miedo de hacer algo y yo te decía “no quiero montar en bici, me caeré, me haré una herida, saldrá sangre y luego costra y me dolerá no quiero montar en bici”, tu contestabas ¿Cómo sabes que todo eso pasará si nunca has probado, hay la misma probabilidad de que te caigas que de que no te caigas, y si te caes fíjate bien donde estuvo el error para no volverlo a cometer”

Tú me criaste, me educaste y me enseñaste muchas cosas y no hay día que no piense en ti, que tu vacio no me cause un pellizco al corazón, y aunque tu ausencia me llena los ojos de lagrimas, tu presencia durante mi vida me llena los labios de sonrisas, puedo evocar el olor a tabaco negro, tu mano de adulto de dedos alargados agarrando la mía pequeña de niña, puedo recordar a la perfección como te peinabas los cuatro pelos que tenias y te los ponías para que te cubriesen el resto de la cabeza y como te levantabas por las mañanas con esos pelos alborotados, el olor a varón dandy, las tardes en tu casa viendo “siete novias para siete hermanos” y todos los clásicos y películas de Disney que me ponías para que te dejase dormir la siesta en paz.

Recuerdo como me enseñaste apreciar la música, toda clase de música, la opera de Carmen era tu preferida y movías la cabeza con tus cuatro pelos al compas y yo bailaba y te enseñaba los nuevos pasos de ballet.

Recuerdo como nos contabas cuentos inventados y nos leías poesía mientras Papa y Mama discutían sobre su separación y sobre qué pasaría con nosotros, recuerdo como cuidaste de tu hija a pesar de lo malito que estabas tú ya, y no dijiste nada hasta el final

Fuiste un hombre con un gran sentido del humor…negro, que pocas personas entendían y mientras hacías torreznos en la cocina cantabas “Manolo pirolo mato a su mujer la hizo escabeche y la puso a vender” y yo jugaban en el salón con mis muñequitas repitiendo la canción. Tan adelantado a tu tiempo, que tenias dos videos para grabar de uno a otro y una máquina de escribir eléctrica de las primeras que salieron, y cuando cumplí los 18 me regalaste el último modelo de ordenador, que grande eras.

Siempre tenias zumo de limón preparado por si alguno teníamos dolor de tripa, y cuando alguno de los pequeños lloraban siempre decías “ Que no te rías, ¿Por qué te ríes? Y los pequeños contestaban “que no me rio estoy llorando” ¿Estas llorando seguro? Que nooo que me engañas que te estás riendo”, así conseguías que dejaran de llorar

Tan poco amigo de los conflictos que te fuiste antes de que me casara para no hacerme elegir entre que me acompañaras tu o mi padre hasta el altar, sabes que te hubiese elegido a ti…

Tengo tantos recuerdos bonitos que atesoro que una sola entrada en este blog no es suficiente para hacerte justicia, pero tenía que escribir algo para ti me lo pedía el corazón.

Estés donde estés que sepas que siempre estas presente para mi, y te llevo conmigo allá donde yo voy.

A mi abuelo Manolo, porque me enseño y me dio tanto que mil vidas no serian suficientes para pagárselo.

Palabrita de la niña ratón